martes, 31 de julio de 2012

De vuelta a los principios: colores cálidos y fríos




Pintamos con colores, vemos colores, sentimos también sensaciones a través de los colores.
Cada vez que nos ponemos delante de una miniatura imprimada hemos de planear qué paleta elegir. Eso dependerá de muchos factores, del tipo de figura, de su contexto histórico, de su ubicación geográfica, hasta de su estado anímico. No es lo mismo una figura relajada que otra sofocada por el fragor de la batalla, el esfuerzo, etc.

Por lo tanto, nada mejor que trazar una "hoja de ruta" de nuestra figura, esto es, vislumbrarla en nuestra imaginación con un esquema de colores que de nuestra cabeza se plasmará tridimensionalmente en la figura que tenemos en la mesa de trabajo.  No vamos a hablar en este artículo del tono, brillo y saturación, que será objeto en su momento de otro post.

CON EL TERMÓMETRO EN LA MANO
 
Hablemos de la temperatura del color. El círculo cromático puede dividirse en dos grupos: colores cálidos y colores fríos como mostramos en la imagen de la izquierda. Los cálidos son los amarillos, rojos, naranjas, amarillo-verdosos, que se diferencian claramente de los fríos: azules, verdes y violetas.



Una de las cualidades que hemos de tener en cuenta a la hora de elegir los tonos cálidos para nuestra figura es que estos tienen la cualidad de llamar y atraer la atención porque se proyectan hacia fuera. Así que hay podemos tener una clave. Si queremos resaltar por contraste una determinada parte de la figura, los colores cálidos nos ayudarán. Un simple vistazo a la rueda de color y nuestra  mirada se va automáticamente a la parte baja de la misma. Es el cerebro y el efecto de atractivo óptico que provoca. Sin más. Los colores cálidos son fuertes y vibrantes, destacan de los de alrededor por su enorme poder y en muchos casos, son más intensos usados directamente del bote. Ya es una cuestión de gusto.


CON EJEMPLOS ES MÁS FACIL

Pero, ¿qué ocurre con los colores fríos? Lo contrario. Frente a los que recuerdan al fuego, los frios remememoran el hielo y la nieve. Son perfectos para contextualizar una figura en un ambiente invernarl (azules, morados) o dar tibieza a un rostro, una ropa, etc.
Observad el extraordinario busto de Sang Eon Lee de WW2 Soviet Scout. El rostro está perfectamente encuadrado en una "sensación térmica" derivada de una paleta fría en la que sobresalen colores que aportan palidez al rostro: violetas, azules, blancos...
A pesar de tratarse de una escena de bélica, fijaos cómo en este caso los colores fríos dan sensación de tranquilidad, de seriedad, de distanciamiento.






YH1832-1.jpg

Vamos ahora con el caso contrario. Este Zaporozhian Cossacks 1676 de Young Miniatures pintado por Young B Song muestra el tono sonrosado de un cosaco probablemente acostumbrado al vodka. Como dice el maestro Iguazzu, "los tonos cálidos aumentan la sensación de volumen. Por ejemplo, si queremos realzar un pómulo, emplearemos tonos cálidos para ello. Con lo que obtendremos una sensación de volumen carnoso". Es uno de los efectos que consigue el calor que proporcionan los tonos cálidos que en el caso de esta figura "ayuda" a enfatizar el carácter fanfarrón, desafiante y envalentonado de este precioso busto.






En la elección del esquema de color y su temperatura está, en buena medida, el éxito de una figura. Las elección a la hora de decidir la temperatura del color pueden dar a tu obra un empujón considerable si eliges bien ese equilibrio que pueden proporcionar la alternacia de colores fríos y cálidos. Pero como dijo aquél, para gustos, los colores.



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